Con la creciente oferta, los consumidores suelen sentirse abrumados a la hora de elegir el comercio ideal para ellos. Una vez que lo encuentran, es difícil sacarlos de su zona de confort calidad-precio, especialmente si tenemos en cuenta el alto precio de los alquileres y la dificultad de compatibilizarlos con el resto de cargas financieras. Sin embargo, Barcelona se ve obligada a hacerlo diciendo adiós a uno de sus mercados más queridos.
A partir de marzo, solo quedarán los recuerdos. Es uno de los rincones en los que se vendían productos de segunda mano. La gente lo amaba, pero debe salir en los próximos meses la oferta catalana.
El Ayuntamiento de Barcelona envió la notificación pertinente a la organización encargada del mercado. Tras más de una década en activo, los residentes de la capital autónoma de Cataluña se ven obligados a decirle adiós.
Nos referimos a la organización Flea Market, un clásico de la ciudad que ahora tiene su nombre manchado. Las autoridades aseguran que hay paradas ilegales en este mercado y eso ha provocado inseguridad en los vecinos del distrito de Ciutat Vella.
Uno de los mercados típicos de Barcelona sale de escena de la noche a la mañana
Flea Market es un mercadillo mensual de segunda mano que organiza la asociación Mercat de Segona Mà. Se sitúa en el barrio del Raval de Barcelona, concretamente en la Plaza Blanquerna, desde el año 2010.
Los residentes y turistas que así lo deseen pueden comprar y vender productos de segunda mano a precios a prueba de crisis. Por su parte, la asociación asegura que Flea Market ha llevado sobre sus hombros una importante labor social, cultural y económica. Su fin lleva a una situación crítica a las más de 300 personas y familias que dependen del mercado.
El Ayuntamiento de Barcelona lo tiene claro: uno de los mercados más populares debe extinguirse
Flea Market ha emitido un comunicado en sus redes sociales y su página web en el que informa sobre la noticia. Asimismo, anima a todas personas asiduas al mercado a apoyar su causa para que el cierre quede sin efecto. También lamentan la cancelación del Fleadonia, otro mercado organización por la misma institución el primer domingo de cada mes en la Plaza Salvador Seguí del Raval.
Señalan que el problema del mercado apareció a causa de la pandemia de 2020. El espacio que tenían se redujo a la mitad para cumplir con las pertinentes normas de seguridad. En ese entonces, otros vendedores ambulantes sin autorización tomaron el espacio libre para crear su propio mercado alternativo ilícito. Frente a esta práctica, los vecinos de la zona, los participantes del mercado y los usuarios de la vía pública se sienten incómodos e inseguros.
Flea Market ha puesto varias alternativas al cierre, pero las autoridades “no quieren o no pueden” ofrecer soluciones al conflicto. La asociación hizo público que trabajó junto al ayuntamiento para que esta situación mejorara, pero las propuestas no pudieron aplicarse de manera definitiva. Contratar seguridad privada o cambiar de ubicación han sido de las alternativas. Hicieron todo lo posible porque el mercado siguiera abierto.
Desde el principio, según expone la asociación, pidieron ayuda al ayuntamiento y la Guardia Urbana para suavizar lo que pasaba, pero la respuesta obtenida no ha sido adecuada. Esta serie de acontecimiento ha llevado a que dicho contexto persista en el tiempo y el ayuntamiento tome la decisión de cerrar el espacio de venta.
No todo está perdido: Flea Market tiene una última oportunidad en Barcelona
Si todo sigue su curso y no hay arrepentimiento por parte de las autoridades, uno de los mercados clásicos de Barcelona dejará de existir. La organización solicita un plazo de tres meses para encontrar una nueva ubicación. El 11 de febrero será el último Flea Market y la organización anima a todos los adeptos a acercarse y poner su granito de arena para salvar el mercado con su firma. Albergan la esperanza de ser escuchados por el ayuntamiento con una importante recolección de firmas.
Aunque la decisión parece firme, los clientes habituales de este, uno de los mercados más queridos de Barcelona, no pierden la fe. Con la cesta de la compra cada vez más cara, encontrar productos de segundo mano es un auténtico balón de oxígeno económico. ¿Podrán conservalo?